Situada a la entrada de los Jardines consiste en un vaso rehundido de forma mixtilínea, donde impera la forma de flor de cuatro pétalos inscrita en un cuadrado realizado por medio de ladrillos a sardinel, y cuyo suelo esta recubierto de azulejos vidriados. En el centro de éste se eleva un fuste estriado que sustenta una gran taza de piedra circular con cuatro caños y una pieza cilíndrica maciza en el centro horadada que le sirve de surtidor. El agua sale mansamente de éste, sin altura para que su sonido sea manso y relajante. La fuente es una pieza antigua de piedra con abundantes concreciones.

El agua cae de la taza por los surtidores al pilón bajo y luego desaparece bajo el pavimento de ladrillos por un aliviadero que baja al siguiente nivel para desembocar en la siguiente fuente.

Por un caño en el muro sale el agua y vierte sobre una hermosísima bañera de mármol blanco, tallada en una sola pieza vaciada, cuyo único adorno son dos grandes asas circulares con sus soportes, labradas en la misma pieza, a semejanza de las grandes bañeras que adornan la Plaza Farnese de Roma, de granito y de mucho mayor tamaño, que procedían de las Termas de Caracalla. Presenta una forma ovalada y los bordes anchos siendo un poco más pequeña que una bañera actual y bastante estrecha.

El agua que rebosa cae en una pila rehundida en el pavimento, de ladrillo y con solería de azulejo, perdiéndose bajo el pavimento para reaparecer en los escalones y bajar por la cuesta de la Puerta de los Arcos de Granada, donde se une al canalillo del rebosadero de la siguiente fuente.

En la restauración de los años 40 este pilón estaba situado en la pared este del Patio de la Alberca, que se encontraba profusamente decorado. En la restauración de los años 90 todas las puertas y ventanas de esta pared, así como el pilón fueron retirados para dar un aspecto más acorde al original del espacio nazarí y no restar protagonismo a la alberca que le da nombre, rodeada de arrayán y que sirve de espejo a la arquitectura del patio.

En el lugar donde ahora se encuentra había desde los años 40 un pilón de azulejos blancos y verdes que estaba en muy mal estado, por lo que se decidió en estos últimos años recuperar la fuente desmontada y recolocarla en este lugar. Se trata de una fuente de pared de mármol rojo, toda ella de perfil muy movido. Parte de una gruesa base de perfil mixtilíneo que se abre para formar el pilón y cuyos bordes mantienen el perfil inicial dotándolo de gran belleza. Sobre él se eleva un frontón mixtilíneo rematado en la zona baja por dos volutas. En su centro tiene un rombo tallado a modo de mascarón. Es un conjunto de gran belleza y serenidad, potenciado por el tono rojo de la piedra.

Los juegos del agua circulando por los canalillos culminan en este Patio, con la zona central rehundida a modo de jardín de crucero, con cuatro arriates cuyos setos recortados potencian la visión de la fuente. Los canalillos vienen a abrirse para morir aquí en la misma forma cuadrilobulada que posee el pilón de la fuente.
La fuente propiamente dicha consta de una alta taza a modo de flor de cuatro pétalos inscrita en un cuadrado de la que emerge un elegante balaustre que sustenta una taza lobulada y decorada por ovas con cuatro finos caños y un surtidor central. Todo ello está realizado en piedra rosácea.

Esta fuente fue instalada por los franceses en 1812 en la casa de los filipenses, actualmente Instituto Gaona, cuando la convirtieron en sede de la Prefectura y Jardín Botánico. Fue colocada en el centro de un cenador. Con el desarrollo del uso escolar del centro su jardín fue desapareciendo, terminando por ser desmontada a mediados de los años 40. Don Juan Temboury la pidió al Patronato del Caudal de San Felipe Neri para instalarla en la Alcazaba en su actual emplazamiento.

Existen asimismo en la Alcazaba dos patios que contienen albercas y fuentecillas circulares con pequeños saltadores, del más puro estilo hispanoárabe, en la zona del Palacio Nazarí, en los patios de la Alberca y de los Naranjos.