El Baño de Diana y Acteón II
Calle de Granados y Plaza de Uncibay

En la esquina de la calle de Granados con la de Beatas se ubica una primera fuente formada por un vaso circular a ras de suelo que queda partido en dos por una especie de menhir de piedra gris. Hacia la calle de Beatas presenta cinco surtidores de bronce con forma de cabeza de perro, mientras que en la cara que mira a la calle de Granados sorprende al espectador el conjunto titulado «Baño de Diana», también de bronce. La pared se transforma en fondo rocoso por el que se desliza una cascada llena de movimiento, en la que juegan y saltan al agua alegremente un grupo de cinco ninfas que acompañan a la diosa en su baño, observadas desde la esquina superior derecha por el cazador Acteón con uno de sus perros.
En el vaso existe un rebosadero que recoge el agua y la conduce por una canaleta que recorre toda la calle de Granados hasta desembocar en otra fuente que hace eje con la primera, ya en la plaza de Uncibay. Se trata de otro vaso circular rehundido en el suelo con un potente surtidor vertical en su centro. Junto a la fuente hay otras figuras broncíneas que completan el sentido del grupo escultórico de Seguiri. En esta escena Acteón corre despavorido hacia la fuente huyendo de sus propios perros, que lo persiguen creyendo que es un ciervo a causa del castigo que la diosa Diana impuso al atrevido cazador que se atrevió a espiar a sus ninfas. En otro rincón de la plaza existe una tercera escena en la que un hombre levanta en volandas a una mujer, representando otro hecho mitológico: el Rapto de las Sabinas.